"Es la música que hay en nuestra conciencia, el baile que hay en nuestro espíritu,
lo que no quiere armonizar con ninguna letanía puritana, con ningún sermón moral..."
(Nietzsche: Más allá del bien y del mal, 216)


El asno infernal



Ya entonces decían: "Mira la burra del diablo, que anda sin pastor".
Jesús Suárez López, Folklore de Somiedo, p. 75.



Las figuras de animales forman parte de los textos de la humanidad desde sus orígenes, si nos fijamos en las primeras pinturas rupestres y en las más antiguas cosmogonías que se han conservado. Seguramente ya desde nuestros primeros antepasados cazadores los seres humanos hemos investido a las distintas especies de determinados contenidos simbólicos, convirtiéndolas en representaciones de los múltiples poderes del mundo o de las diversas pulsiones de nuestra vida interior. Y no sólo en los lejanos tiempos que los antropólogos califican de culturas totémicas. En nuestra sociedad moderna el león sigue encarnando la fuerza, el zorro la astucia, el perro la lealtad, la serpiente la traición.

Los escritores de fábulas, especialmente los del siglo XVIII, eran filósofos o moralistas que confrontaban tendencias humanas imaginando diálogos entre los animales que las encarnaban: la holgazanería frente a la laboriosidad, la perseverancia frente a la impaciencia. El lenguaje mismo contribuye a que este atávico simbolismo siga plenamente vivo: entre las personas que hoy viven en ciudades se puede seguir siendo un cerdo, un lince, un buitre, un borrego o una sanguijuela. Continúa habiendo un animal para representar cada cosa que queremos ser o imaginar, incluso —si nos fijamos en la heráldica— a la hora de tratar cuestiones tan amplias y difusas como la historia de una ciudad o el espíritu de una nación. Las figuras de animales siempre nos han servido excelentemente para delimitar (personificar) el contradictorio caleidoscopio de fuerzas y sensaciones que llamamos realidad. Las palabras también lo hacen, pero las imágenes ejercen una fascinación incomparablemente mayor.

La intuición de lo demoníaco, el profundo y poderoso principio de oscuridad que subyace al mundo, no ha quedado al margen de este lenguaje de referentes animales. La cabra es tal vez hoy en Occidente el símbolo más conocido para designar al Demonio, especialmente a través del macho cabrío de las descripciones eclesiásticas de los aquelarres y del sigilo de Bafomet difundido por la Iglesia de Satán [1]. Pero no es el único animal que ha servido para representarlo. A su lado está, desde hace posiblemente milenios, la figura del asno. Comparten la cabra y el asno ser personajes con unas connotaciones fuertemente negativas en nuestro lenguaje convencional de hoy: una encarna la ausencia de cordura, el otro la tozudez o la falta de inteligencia. Quizá este doble anatema sea revelador de que se trata de animales que, por distintos cauces, han llegado a ser considerados "malditos". También suelen compartir, especialmente en el caso de los machos, referencias sexuales notablemente escandalosas para nuestra sociedad bienpensante. Otro indicador probable de que esconden una historia simbólica más compleja y blasfema de lo que los sambenitos de locura o estupidez parecen revelar.

Los testimonios escritos más antiguos que relacionan la imagen del asno con las fuerzas infernales proceden de Mesopotamia y del Antiguo Egipto. En Mesopotamia se atribuyen diversos rasgos de asno (según las descripciones, las orejas, los dientes o el torso) a Lamashtu, el poderoso demonio femenino. Pero es en Egipto donde el asno tiene una vinculación más amplia y profunda con lo demoníaco. Allí aparece directamente vinculado con la figura de Set, el antecedente de lo que nosotros en Occidente llamamos Satán [2]. Para los egipcios los asnos mantenían en muchos aspectos una similitud llamativa con Set. Vivían en estado salvaje en el desierto y en las zonas semidesérticas, el espacio natural de este demonio. Al viento del desierto lo llamaban precisamente "el soplo del asno". Además los asnos de Egipto eran generalmente de color rojo, el color atribuido a Set (y en un encaje de símbolos, al propio desierto, designado en egipcio como "la tierra roja") [3]. El carácter difícilmente domesticable de estos animales suponía sin duda otro rasgo de semejanza con el rebelde demonio del desierto. En Egipto nunca son representados con hombres subidos a sus grupas, salvo cuando se trata de descripciones de pueblos extranjeros como los asiáticos. Los asnos africanos tienen además la fama de ser los únicos animales que no huyen cuando se acercan los leones, razón por la cual se usan todavía hoy en muchos lugares del continente como guardianes de los rebaños.

Como es bien conocido, cada figura del panteón egipcio solía tener una forma animal. Se representaba directamente por la figura de ese animal o por un cuerpo humano con su cabeza. En el caso de Set, su imagen animal no correspondía a ninguna especie conocida, porque lo que los egiptólogos han llamado el "animal setiánico" estaba en realidad formado por partes de distintos seres. Mientras su tronco recordaba al de un perro o un chacal, su cabeza, y más precisamente sus orejas, evocaban a un asno. Pero hay testimonios de que tanto en etapas predinásticas como especialmente en los últimos tiempos ptolemaicos la figura del asno sustituyó directamente al complejo símbolo del "animal setiánico" [4].

Una de las primeras represen-
taciones de Set en forma de
asno (El-Chozam, Naqada I).
A partir del predominio político en el Alto Egipto de la ciudad de Abydos, cuyo dios era Horus, sobre la de Ombos, que veneraba a Set, y especialmente tras la desaparición del poder extranjero de los hicsos, que habían identificado a Set con su dios Baal, Set comienza a verse como una figura ominosa, asociada al mal y la destrucción del orden divino de la realidad [5]. Se extiende oficialmente el mito del asesinato de Osiris por Set, y de su venganza por Horus. Basándose en este discurso, el asno es visto progresivamente como un animal impuro cuyas fuerzas deben neutralizarse. Todo lo que se vincula al asno evoca de una u otra manera a Set y comporta un mortal peligro. Incluso el rebuzno puede ser un sonido funesto, como recoge Plutarco, que llama Tifón a Set siguiendo la tradición griega:

"Tifón tiene el pelo rojo y en color se parece a un asno. Las gentes de Busiris y Licópolis no usan nunca trompetas, porque hacen un sonido parecido al del asno. Todos ven al asno como un animal impuro dominado por cierto poder superior, debido a su parecido con Tifón." [6]    

Según un célebre relato mítico, setenta y siete asnos se unen contra Ra para impedirle emerger de nuevo sobre el horizonte [7]. En el festival de Osiris en Abydos un asno era lanceado hasta la muerte, simbolizando la venganza de Horus contra Set [8]. En Dendera una estela muestra la misma escena pero la víctima es representada directamente como Set con cabeza de asno:


En el Papiro de Ani un himno a Ra reza: "Que yo pueda avanzar sobre la Tierra, que pueda golpear al Asno, que pueda aplastar al malo" [9]. En la ciudad de Busiris se grababa en obleas de pan la figura de un asno atado y después se destruían o se devoraban ritualmente [10]. A partir del Imperio Nuevo las imágenes de asnos en los jeroglíficos aparecen rasgadas o atravesadas por pequeños cuchillos, para neutralizar mágicamente sus poderes demoníacos. Posiblemente en este periodo es donde se completa el tránsito del asno como animal simbólico desde lo sagrado a lo impuro, dos caras de un proceso mítico que, aunque aparentemente contradictorio, resulta muy frecuente, como ya estudió Freud en sus aspectos psicológicos [11].

En el Imperio Antiguo el asno había sido considerado un símbolo inequívoco de riqueza [12], porque hasta la tardía llegada del camello a la región había sido el único animal domesticable capaz de adentrarse en el desierto y garantizar las rutas comerciales terrestres desde el valle del Nilo. Pero en la etapa ptolemaica de Egipto el asno es ya un animal cargado exclusivamente de connotaciones nefastas, destructivas, y desde el gran foco cultural de Alejandría esta imagen se irradia a todo el mundo helénico. Ya a través de los antiguos contactos entre el delta del Nilo y la isla de Creta habían aparecido en la cultura minoica los silenos, unos siniestros demonios mitad humanos mitad asnos que los historiadores consideran de origen claramente egipcio [13]. Vinculados simbólicamente a los silenos están los onocentauros, asnos con cabeza y torso humanos, citados por Pitágoras. El asno acabará asociándose en la cultura griega a Dioniso, especialmente en sus aspectos de dios de la embriaguez y del goce sexual. Los silenos cretenses se transformarán en la cultura griega clásica en Sileno, el acompañante y tutor de Dioniso, una figura que, aunque de forma humana, se solía describir a lomos de un asno.

Sobre la grupa de un asno se representaba asimismo entre los etruscos al oscuro dios Sethlans, cuyo nombre posiblemente contiene la raíz Set-Satán. El símbolo del asno aparece también de otras formas en la oscura religión etrusca, pero los testimonios conservados son demasiado fragmentarios. Columela se refiere a una misteriosa cabeza de asno utilizada por el adivino Tages en sus operaciones mágicas [14].  
 
El teólogo cristiano Orígenes nos habla de la vinculación que los gnósticos establecían entre el asno, Saturno y el elemento plomo [15]. Según una etimología popular griega, de la que se hace eco Diógenes Laercio, el nombre Kronos (Saturno) contenía la palabra onos (asno) [16]. Se ha apuntado también que en el gnosticismo la fórmula IAO (versión griega del tetragrammaton IHVH) era identificada con el sonido del rebuzno del asno [17]. Abraxas tenía en sus dimensiones diurnas las formas del gallo y del león, pero en la nocturna la del asno [18].

El mago romano de origen bereber Apuleyo introduce la figura del asno en su obra Metamorfosis (conocida como El asno de oro a partir de San Agustín). El asno aparece aquí como una de las trasformaciones o metamorfosis necesarias para alcanzar el conocimiento. La obra de Apuleyo, considerada la primera novela conocida, suele ser leída en claves cómicas, pero contiene un discurso esotérico de fondo que no se revela abiertamente hasta su final [19].

Si en Egipto y en el mundo grecorromano la figura del asno y los poderes oscuros o blasfemos que representa sigue siendo en muchos aspectos ambivalente, en las religiones monoteístas que se impondrán en el Mediterráneo, dualistas y exclusivistas, se acabará revistiendo de un significado inequivocamente negativo, como encarnación del enemigo por excelencia de Dios y el Bien. No hay lugar en estas religiones, al menos en sus formulaciones ortodoxas, para la ambigüedad ni para la integración de pulsiones contradictorias. Al mismo tiempo el triunfo de estas religiones relegará al asno como animal simbólico al mundo de las leyendas, donde van a parar todos los elementos de las cosmovisiones anteriores que estos nuevos cultos no consiguen hacer olvidar.

"La imagen del diablo y sus criaturas asociadas en el primitivo folklore árabe y beduino ofrecen un enjundioso enigma, quizá heredado de la antigüedad pagana. Nos referimos a la figura del Gul, una de las criaturas que Al-Qazwini incluye entre los seres demoníacos y que desde antaño inspiró toda clase de terrores a viajeros, niños y otros públicos ávidos de leyenda. El Gul, como el resto de los genios y criaturas demoníacas, tenía la facultad de transformarse; pero con dos condiciones: una, que debía siempre adoptar formas y aspectos de mujer hermosa; y dos, que a pesar de ello sus patas tenían que ser de burro." [20]

Goya: "El hechizado por la fuerza"
o "La lámpara del Diablo" (1798).
En la Europa cristiana las alusiones al asno tienen básicamente el mismo cariz. Entre los muchos rasgos siniestros atribuidos al célebre Codex Gigas o "Biblia del Diablo", un manuscrito medieval de Bohemia que según la leyenda fue escrito en una noche con la ayuda de Lucifer, se encuentra la creencia de que sus hojas están confeccionadas con piel de asno [21].

Las leyendas de asnos diabólicos se extienden por todo Occidente. Animales que aparecen de forma sobrenatural para llevar la desdicha a creyentes poco temerosos de la divinidad. En el folklore de España encontramos alusiones a estos seres en bastantes lugares, entre ellos Asturias, La Mancha o Andalucía. Cuando el cristianismo se lleva a América, junto con el animal que nos ocupa, historias sobre asnos infernales aparecen a lo largo del continente: en Guanajuato, en Veracruz, en Ica, en Coquimbo...

En ciertas descripciones francesas de los aquelarres el Demonio que los preside es llamado Léonard, un nombre que sería el anagrama de la expresión "L'âne d'or" ("El asno de oro") según anota Paracelso [22]. En la Goetia los demonios Valefar y Gamigin tienen atributos asnales: Valefar (también llamado Malephar o Valefor) se presenta en ocasiones como un león con la cabeza de un asno, Gamigin (o Samigina) es un asno que puede adoptar ocasionalmente aspecto humano [23]. Y desde entonces los asnos no dejan de aparecer en la imaginería demoníaca occidental, de la pintura clásica al cine contemporáneo. De La lámpara del Diablo de Francisco de Goya a El rito de Mikael Håfström.



Escena de la película El rito (2011)




Notas


[1] Como es bien sabido, la palabra akelarre significa en vasco "prado del macho cabrío". El llamado Sigilo de Bafomet —una cabeza de cabra inscrita en un pentagrama invertido, con las letras hebreas que forman la palabra Leviatán a su alrededor— fue diseñado originalmente por el ocultista francés Stanislas de Guaita, y publicado por primera vez en su libro La clef de la Magie Noire (1897). Con anterioridad, Éliphas Lévi había representado a Bafomet con cabeza de macho cabrío (el "chivo de Mendes") en su obra Dogme et rituel de la Haute Magie (1856).

[2] Sobre la relación Set-Satán véanse en este blog "Una nueva etimología para el nombre Satán" y "¿Es Satán un invento judeocristiano?".

[3] Véase mi "Introducción a Set" en Materia Obscura. Sevilla: Infernalia, 2012, pp. 75-83. En las lenguas semíticas modernas la palabra "asno" (árabe himar, hebreo hamor) sigue vinculada a la raíz "rojo" (h-m-r).

[4] H. Te Velde: Set, God of confusion. Leiden: Brill, 1967, pp. 8-14. Existen variantes de la imagen de Set como asno, por ejemplo como serpo-asno (mitad serpiente mitad asno). Véase sobre esta figura J. R. Ogdon: Tradición y originalidad en los encantamientos anti-ofidios en los Textos de las Pirámides y los Textos de los Sarcófagos. Buenos Aires: Estudios del CEAE, vol. 2 (1997).

[5] J. Bough: Donkey. Londres: Reaktion Books, 2011, pp. 64-66.

[6] Plutarco: De Iside et Osiride, 30.

[7] D. Meeks y Ch. Favard: Daily life of the Egyptian gods. Ithaca: Cornell University Press, 1996, p. 21.

[8] H. Owusu: Egyptian symbols. Nueva York: Sterling, 2000, p. 253.

[9] E. A. Wallis Budge: The Egyptian Book of the Dead. The Papyrus of Ani in the British Museum. Nueva York: Dover, 1967, p. 248.

[10] K. Muhlestein: "Royal executions: Evidence bearing on the subject of sanctioned killing in the Middle Kingdom". Journal of the Economic and Social History of the Orient, vol. 51 (2008), p. 198.

[11] Totem y tabú, cap. II: "El tabú y la ambivalencia de los sentimientos" (Madrid: Alianza, 1985, pp. 38-39).

[12] El asno como símbolo de riqueza aparece también en las antiguas culturas de Oriente Medio. Esta es la simbología que subyace al relato bíblico de la entrada del Nazareno en Jerusalén a lomos de un asno. Como se ha señalado en numerosos estudios, en el contexto de su tiempo esto implicaba presentarse en público señorialmente, en este caso mostrarse emparentado con la casa real de David. Siglos después y ya desde la Europa cristiana esta imagen del "Domingo de Ramos" se ha reinterpretado como un signo de la proverbial "humildad" del lamentable personaje.

[13] R. W. Bulliet: Hunters, herders and hamburgers. The past and future of human-animal relationships. Nueva York: Columbia University Press, 2005, pp. 159-160.

[14] Columela: De re rustica, 10, 338–347. N. T. De Grummond y E. Simon: The religion of the Etruscans. Austin: University of Texas Press, p. 203. Collin de Plancy recoge la operación de magia negra llamada cefaleonomancia o "adivinación por la cabeza de un asno": "Se asaba la cabeza de un asno sobre carbones, con ceremonias mágicas, y el Diablo llegaba sin mostrarse, para responder invisiblemente a las preguntas que tenían que hacerle" (Dictionnaire infernal, vol. I. París: Mongie, 1818, p. 377).

[15] Orígenes: Contra Celso, 30. Según Jung en el lenguaje alquímico el asno representa a Saturno, el "segundo sol" o "sol negro" (Collected Works. Princeton University Press, p. 1901). Véase también J. E. Cirlot: A dictionary of symbols. Londres: Routledge, 1971, p. 21.

[16] Diógenes Laercio: Vidas, II, 112. Se analiza esta etimología en A. Bouché-Leclercq: L'Astrologie greque. París: Leroux, 1899, pp. 317-318.

[17] Z. Pleše: Poetics of the gnostic universe. Narrative and cosmology in the Apocryphon of John. Leiden: Brill, 2006.

[18] A. L. Delatte: "Études sur la magie grecque: I. Sphère magique du Musée d'Athènes". Bulletin de Correspondance Hellénique, vol. 37 (1913), pp. 247-278.

[19] Véase el estudio de R. Carver: The Protean ass. The 'Metamorphoses' of Apuleius from Antiquity to the Renaissance. Oxford: Oxford University Press, 2007.

[20] P. Buendía: "Viejos extraños, caras siniestras y patas de burra. En torno a la imagen del Diablo en la literatura árabe medieval", en R. G. Khoury, et al. (eds.): Legendaria medievalia. Córdoba: El Almendro, 2011, pp. 225-247 (cita de p. 245).

[21] K. Boldan, et al.: The Devil's Bible: Codex Gigas. The secrets of the world's largest book. Praga: National Library of the Czech Republic, 2007, p. 17.

[22] De natura rerum, IX. Traducción de C. de la Maza, Barcelona: Obelisco, 2007, pp. 90-97. Descripciones de "Léonard" en P. de Lancre: Tableau de l'inconstance des mauvais anges et démons, où il est amplement traité des sorciers et de la sorcellerie, 1612 (Traducción de E. Barberena: Tratado de brujería vasca. Descripción de la inconstancia de los malos ángeles y demonios. Tafalla: Txalaparta, 2004).

[23] S. L. MacGregor Mathers: The Goetia. The lesser key of Solomon the King. 1904. Reed.: York Beach: Samuel Weiser, 1997.



Miguel AlgOl

 

1 comentario:

Unknown dijo...

Interesantísimo. Muchas gracias.