"Es la música que hay en nuestra conciencia, el baile que hay en nuestro espíritu,
lo que no quiere armonizar con ninguna letanía puritana, con ningún sermón moral..."
(Nietzsche: Más allá del bien y del mal, 216)


Ars Nigra



Perdidos en la Magia

Empecemos por lo más básico, por las obviedades: No existe "el" camino: existe tu camino. "El" camino es sólo el camino personal que eligió algún otro, tan engreído que imaginó que todos deberían imitarle si querían llegar a ser algo. Esto es transferible a todas las esferas de la vida, incluida la de las técnicas mágicas. Cuando me preguntan si "la" Magia funciona, digo inmediatamente que no, porque sé que en la mayoría de los casos me preguntan en realidad: "Si yo siguiera fielmente determinados textos ocultos ¿conseguiría resultados?". En este sentido "la" Magia no funciona nunca, creo que la experiencia lo demuestra sobradamente. ¿Cómo podría funcionar algo que se hace sin haberse elegido enteramente por uno mismo, algo repleto de leyes, de condiciones, de "secretos", de miedos a equivocarse? Nada así en la vida "funciona", sea en lo "oculto" o en lo "mundano"... Obedecer no funciona, si quieres llegar a ser algo más que un miembro desapercibido de algún rebaño. "Hice lo que ponía ahí y no conseguí nada", dicen los incontables aprendices de brujo que se proponían maldecir fatídicamente un día a sus enemigos y acabaron maldiciendo su libro de magia comprado por internet. No se dan cuenta de la contradicción interna de su reproche, tan poco siniestros llegaron a ser. El "secreto" de las técnicas mágicas no está en los párrafos de algún libro oculto por conseguir, tampoco lo estará nunca en las "revelaciones" de un comediante que se llame a sí mismo "maestro" en estos temas, ni por supuesto lo acabará aportando un "ser" de otros mundos, uno de esos grandiosos fantasmas que se hacen esperar toda una vida. El "secreto" de las técnicas mágicas está en crear tu Magia, aprender a "leer" (los textos de magia, la vida en general) en esta dirección tan particular, tan exclusivamente personal.


Eligiendo tu elixir mágico

Para que todo no parezca tan teórico, un ejemplo. En el Libro Negro de Satán, una de las obras más interesantes de la Orden de los Nueve Ángulos, vienen las instrucciones para la creación de un templo siniestro, y entre ellas se describe cómo elaborar cierto fluido imprescindible que denominan "el Elixir". "El Elixir" se esparce por todo el perímetro del lugar en el momento de la consagración del templo y consta de:

"Semen del Maestro del Templo, siete gotas de sangre de la Sacerdotisa tomadas del dedo índice de su mano izquierda, tres pizcas de tierra molida recogida de una tumba de un cementerio en una noche de luna llena, virutas secadas de un roble cogidas una noche en que Saturno esté ascendiendo, y vino de alta graduación."

El aprendiz de brujo que ha decidido probar "el" Camino de la Magia se pondrá a buscar inmediatamente una tabla que diga cuándo Saturno asciende, dónde hay un roble cerca, si dejan entrar en el cementerio de su ciudad por la noche, y alguna amiga que esté dispuesta a pincharse en un dedo. El resto de ingredientes los pondría él.

Lo que yo considero un verdadero mago descubriría inmediatamente que todas estas precisas condiciones resultan interesantes sugerencias para fabricar él mismo su propio "elixir", porque se daría cuenta de que llegar a elaborar algo con tal minuciosidad, dedicación y complejidad, haciendo acopio de tantos símbolos sutiles, tendría efectos sin duda importantes en cómo percibiría interiormente el momento angular de consagrar un lugar específico a sus prácticas mágicas. Lo de menos es el árbol concreto o el dedo preciso de la amiga. Mientras el que hemos llamado aquí aprendiz de brujo se pregunta qué tamaño exacto tienen que tener las virutas, el verdadero mago barajaría tal vez sustituirlas por lágrimas. Es decir, uno seguirá fielmente las órdenes: obedecerá; y otro encontrará sugestivas propuestas para inventar: creará. No es necesario añadir que al cabo de un tiempo el primero arrumbará con toda seguridad el Libro Negro de Satán como "inservible"; y el otro posiblemente lo guardará siempre como una extraña y magnífica fuente de inspiración.

La Magia no es un conjunto de saberes que se pretenden objetivos, no es lo que en Occidente se llama una Ciencia. Por eso no puede seguirse como uno se inicia en la física o en la medicina, con libros o con profesores. La Magia es un terreno de creatividad personal, donde el éxito depende exclusivamente de la sinceridad con uno mismo, de la expresión lo más libre posible de la propia personalidad. Dicho más sucintamente: la Magia es un Arte.


Dramas oscuros

La Magia es un Arte, como la pintura, la música, el cómic o el cine. Dentro de las agrupaciones que se hacen de las artes, la Magia pertenece sin duda al conjunto de las llamadas artes escénicas, por eso el ritual es su expresión más genuina. Quien piense que llamarle arte a la Magia la vuelve inocua, no sabe nada de cómo el arte transforma el mundo y la vida. Se ha dicho en otras ocasiones que la Magia es una técnica dramática donde autor, actor y espectador son la misma persona. A diferencia del teatro tradicional, el dramaturgo no habla a un público ajeno, sino a los planos más profundos de sí mismo. "Actuando" en su obra íntima, el mago "vive" las modificaciones que quiere conseguir en el Caos, y por correspondencias simpatéticas o tal vez por transformaciones en la herramienta de doble filo de la percepción, el Caos acaba modificándose. En las artes escénicas, como en la vida, el artista es la obra. El mago se replantea el mundo y se replantea a sí mismo: de este modo únicamente avanza. No hay magia de salón, sólo de escenario. Y quedarse en el sillón leyendo libros de Magia es equivocarse de género: confundir la dramaturgia con la prosa literaria.

Actuar para uno mismo requiere una sinceridad terrible, porque todo engaño o subterfugio es un fracaso. Esta es la única técnica mágica que aprender: "soltarse", liberarse de cualquier constricción del ego, aprender a hablarse a uno mismo como ya se habla en los sueños. Se ha insistido muchas veces (especialmente tratando de la técnica de los sigilos) en que la actividad mágica es hacer al revés el camino que conecta los diferentes planos de la psique. En la vida "normal" el inconsciente habla y el consciente sólo escucha. En la práctica mágica el consciente consigue enviar mensajes al inconsciente, llega a conseguir hablar su lenguaje. Así un ritual mágico es, o debería ser, como un sueño elegido.

Pretender encontrar en la Magia "el" camino a seguir, es decir hacer la Magia de otros, se vuelve más absurdo todavía si se observa el tema ahora desde su naturaleza como arte. Sería como un pintor que sólo pintara cuadros de otros, constantemente preocupado por no conseguir el suficiente parecido con el original. No habría aquí nunca inspiración, nada que pudiera llamarse verdadero arte. Del mismo modo que sus obras no transformarían el mundo, la Magia que no sea tu propia Magia nunca conseguirá transformar tu vida.



Miguel AlgOl

Ilustración de Azaza Azunder

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