El volumen con que se dicen las cosas parece directamente opuesto a su importancia. Los hechos verdaderamente trascendentales siempre se han contado en voz baja... Cuanto más alto es un sonido, más aturde la capacidad de pensar, como el alarido del karateca o las sirenas de los bombarderos en picado. Por eso todos los charlatanes adoran el megáfono, todos los embaucadores hablan a gritos. Me alejo de los que dan grandes voces a mi alrededor para recuperar el silencio, mi silencio, en el que pueda escuchar claramente los susurros del Demonio.
Miguel AlgOl
1 comentario:
Magnífica verdad.
Publicar un comentario