Los esclavos deben servir.
Crowley, Libro de la Ley 2:58.
La conexión entre el Sendero Siniestro y las relaciones eróticas de dominación-sumisión (BDSM) tiene una larga trayectoria, aunque no siempre se haya hecho explícita. Vista desde fuera de los respectivos círculos de practicantes, esta conexión se ha pretendido incluso mayor, porque ambos terrenos comparten para las mentes más mojigatas y biempensantes la misma aura oscura y prohibida de "pecado" y "perversión".
El timorato pionero de la sexología clínica, Iwan Bloch, escandalizado por el Marqués de Sade, del que escribió una espuria biografía, consideraba que este autor "dio pruebas en sus novelas de ser un fanático satanista". Y desde él no han sido pocos los que han reservado a Sade un párrafo especial en la historia del Satanismo, porque sus "blasfemias" sólo podían proceder de un asiduo a misa negra de ocho. Pero Sade se conecta con el Satanismo como movimiento desde una lectura muy moderna y posterior a él. Todo escritor o filósofo de ideas contrarias a una moral impuesta puede ser reivindicado hoy por los círculos satanistas, lo que no quiere decir que él expresara en claves siniestras e infernales su proyecto de rebelión. No es por lo tanto desde esta perspectiva impresionista y frecuentemente santurrona desde la que abordaremos el tema.
Entre las figuras que en el contexto de la magia moderna han practicado el BDSM se encuentran personajes tan destacados como Aleister Crowley (principalmente, por lo que conocemos a través de sus biógrafos, en sus relaciones con Leah Hirsig, Anny Ringler y Victor Neuburg) o Anton LaVey (especialmente en su relación con Jayne Mansfield, según la biografía que de él escribió Blanche Barton). En la primera mitad del siglo XX dos autores hoy casi olvidados diseñaron sistemas mágicos, que ambos calificaron explícitamente de "satánicos", donde las relaciones eróticas de dominación-sumisión desempeñaban un papel central. El alemán Ernst Schertel desarrolló esta perspectiva en varios de sus libros, entre ellos Magie: Geschichte, Theorie, Praxis (Magia: Historia, Teoría, Práctica, 1926), Sklaven des Schmerzes (Esclavos del Dolor, 1930) y Die Peitsche der Sexualität (El Látigo de la Sexualidad, 1933). La rusa Maria de Naglowska propuso un tipo de iniciación centrada en la imagen del sacrificio masculino a la dominación femenina en su oscuro tratado Le Mystère de la Pendaison. Initiation Satanique (El Misterio del Ahorcamiento. Iniciación Satánica, 1934).
Diversos miembros de las corrientes mágicas surgidas en los años setenta del pasado siglo, herederas de la "revolución de las costumbres" de la década anterior, han tratado el BDSM como parte de las posibilidades de una teoría general de la magia sexual, que naturalmente han calificado de "tántrica" o "neotántrica". En este nuevo contexto, muchos "thelemitas" modernos han tenido ocasión de demostrar lo lejos que están del carácter genialmente monstruoso y provocador del maestro Crowley: Más partidarios de liturgias luminosas que de escándalos oscuros, han preferido mil veces la "misa gnóstica" a la "lucidez erotocomatosa". Entre los ocultistas contemporáneos que han abordado el tema del BDSM en sus escritos sobre magia sexual se encuentran autores de la talla de Frater U∴D∴, Don Webb o Jaq Hawkins. La satanista Zeena Schreck, la vampira psíquica Michelle Belanger y el neochamán Stephen Flowers son de los que han llegado más lejos, al esbozar propuestas más o menos concretas para vincular de forma especial el BDSM a la Magia Negra, en lo que sería un estilo específico de prácticas mágicas que llaman "sadomagia" o "sadochamanismo".
Las relaciones entre el BDSM y la Magia Negra pueden ordenarse gráficamente sobre una línea continua que iría desde los aspectos más superficiales y aparentes (las similitudes estéticas de ambas prácticas) a los más integrados y profundos (la posibilidad del BDSM como un tipo especial de práctica mágica siniestra). Intentaré presentar tres gradaciones de esa línea en los apartados que siguen.
La primera, más llamativa y "exotérica" forma de vinculación del BDSM con la Magia Negra es a través de sus respectivos juegos simbólicos y estéticos. En ambas prácticas se pone en marcha una voluntaria y extrema dramatización de los deseos: un ritual (en el BDSM llamado también "sesión" o "escena"). El BDSM y la magia comparten la creación de un espacio-tiempo extraordinario, delimitado por el comienzo, el final y el lugar en el que se desarrolla el drama escénico. Esto no quita que las relaciones de dominación-sumisión puedan continuar más allá de la "sesión", como se sigue siendo un mago negro más allá del ritual. Pero el evento que tiene lugar en esa realidad acotada es el elemento central de ambas prácticas, el acontecimiento angular que las alimenta y las legitima como auténticas señas de identidad, como formas de vida.
Al expresarse fundamentalmente mediante el lenguaje ritual, tanto el BDSM como la magia han desarrollado todo un complejo arte de los elementos dramatúrgicos, de los instrumentos, del tempo ceremonial, de la vestimenta, de la creación de personajes, del efecto emocional de la decoración, de los posibles símbolos íntimos expresables por los movimientos del cuerpo, por la pronunciación solemne de determinadas palabras; en definitiva, de todas las posibilidades de los estímulos presentes durante esa realidad singular llamada ritual.
Con la Magia Negra y el Satanismo el BDSM tiene además, al menos en sus formas más extendidas, la afinidad de una estética voluntariamente oscura y turbadora. El "templo", tan luminoso y diáfano en las formas buenistas de la new age, se convierte en estos círculos en una recóndita "cámara" o "mazmorra", abundan las máscaras inquietantes, los ropajes negros, la luz crepuscular de las velas, los símbolos sombríos de todas las tradiciones (históricas, cinematográficas...). La provocación de una sensación flotante de inquietud es un ingrediente central buscado por ambas prácticas. Los sociólogos lo han resumido sucintamente estableciendo que tanto el BDSM como el Satanismo pertenecen al conjunto de las modernas, urbanas subculturas dark.
Hay otras conexiones más profundas y efectivas entre el BDSM y la Magia Negra, más allá del mero lenguaje estético. Para muchos autores, lo que trataré en este apartado es el verdadero terreno de confluencia entre ambos mundos, el punto de contacto real en que el BDSM puede resultar "útil" para la magia. Sin embargo yo propongo la existencia de un nivel mayor de síntesis en la última sección.
Desde la perspectiva de la magia occidental moderna, el BDSM resultaría interesante por tres motivos básicos:
- Como creador de un ámbito ritual trascendente.
- Como forma de alcanzar estados especiales de consciencia.
- Como práctica del ejercicio del "cambio de identidades".
Pero en los tres casos el BDSM es entendido meramente como un medio, alternativo a otros, para alcanzar un propósito que formalmente está más allá de él mismo (el punto de partida mágico que lograría propiciar).
No es necesario detenerse en la utilidad mágica de la creación voluntaria de ámbitos extraordinarios o alternativos a la existencia cotidiana, lo que hemos venido llamando el mundo especial del ritual y su excepcionalidad espacio-temporal. Un autor del portal BDSM Leather and Roses, Chris M, da una descripción de sus experiencias que podría ser suscrita por cualquier mago moderno en relación a su propia práctica ceremonial: "En el SM creamos un espacio sagrado, una catedral interior, un mundo dentro del mundo pero también de alguna forma fuera de él. En esta realidad mítica, la vida mundana de las facturas, de la lavandería y de la paternidad es suspendida y reemplazada por una realidad de roles arquetípicos, rituales y experiencias extramundanas."
El singular marco emocional del ritual BDSM, el especial universo anímico en que se desarrolla, permite a las personas que se sumergen completamente en él alcanzar estados de consciencia excepcionales. Estos estados, que también han sido llamados de "trance" o de "gnosis", abren la posibilidad de la experiencia brujeril o chamánica. Tradicionalmente los procedimientos para desencadenar estos estados se clasifican en dos tipos generales, en función de las dinámicas psicofisiológicas que se ponen en juego: los excitativos y los inhibitorios. El BDSM ofrece en sus escenas tradicionales al menos tres métodos excitativos notables: Uno es la propia excitación sexual, intensa y permanente en toda la experiencia, y opcionalmente incrementada por la práctica de la denegación del orgasmo. Los otros dos métodos son el dolor y el miedo. No hace falta señalar aquí las posibilidades que ofrecen estas dos últimas sensaciones para lograr estados de consciencia inusuales, propiciando que la "mente racional" ceda el paso a la "mente reactiva" (Véase sobre esto el imprescindible Libro de los Resultados de Ray Sherwin, especialmente su segundo capítulo). Del enorme efecto añadido de la combinación de estos métodos excitativos escribe Belanger: "Con estos extremos de dolor y placer el cuerpo entra en un estado de sobrecarga sensorial, y esto permite a la mente trascender las barreras psicológicas de tiempo, espacio e identidad". Y por último señalemos que el BDSM ofrece también dos técnicas que se pueden utilizar como métodos chamánicos inhibitorios: La privación sensorial y la inmovilidad.
La excepcionalidad ritual del BDSM conlleva también la posibilidad de distanciamiento respecto al ego social que se suele desenvolver en la rutina cotidiana. El practicante de BDSM diseña y elabora conscientemente un personaje determinado, de una manera mucho más profunda y trascendental que un actor, pues este representa siempre formalmente a otra persona, y el practicante de BDSM, aunque cambie incluso la forma de ser llamado, sabe que se sigue representando a sí mismo, a su verdadera o más sincera identidad. El juego de cambio de identidades (y si las identidades son profundas y conllevan sus propias formas de ver el mundo, de cambio de paradigmas) tiene como utilidad aprender a disociar y reconocer un sí-mismo (self) profundo y auténtico respecto de las siempre tan frágiles, tensas y reemplazables construcciones culturales del ego (quién tengo que ser para "los demás"). En el BDSM se experimenta de muchos modos altamente creativos con la identidad, con las posibilidades de la autoimagen de recrearse, transformarse o negarse.
Todas las posibilidades del BDSM para las prácticas mágicas que se han señalado en el apartado anterior han sido tenidas en cuenta en algún momento por distintos autores de la moderna "magia sexual tántrica" —occidentales, por supuesto— y todas presentan, así formuladas, un tope evidente: El BDSM termina cuando empieza realmente la Magia. La práctica del BDSM es sólo un instrumento para "preparar" al hechicero, para hacerle alcanzar la altura adecuada desde la que poner en marcha las habilidades que, por decirlo así, ya trae preparadas. La sección de preguntas frecuentes del desaparecido sitio web BDSM & Spirituality lo resumía un poco toscamente de esta manera: "El BDSM mágico se refiere al bondage, dominación, sadismo, masoquismo o sumisión consensuales realizados primordialmente con el objetivo de lanzar un hechizo". En definitiva en este encaje de los dos mundos el BDSM es "mágico" sólo en el sentido en que es un medio para acercarse al umbral mágico. Del mismo modo se podría afirmar que el insomnio es "mágico", porque es utilizado también por algunos magos para alcanzar estados de consciencia especiales. Pero esta generosa extensión del etiquetaje "mágico" no hace olvidar que una cosa son los preparativos y otra el acto mágico en sí. Los primeros son reemplazables, e independientes en su desarrollo y simbología del propósito del segundo.
Yo creo en una vinculación más profunda del BDSM con la Magia Negra. El BDSM no sería un conjunto de técnicas destinadas a propiciar una experiencia mágica, sino una parte ya sustancial de ella. Desde esta perspectiva, los rituales BDSM constituirían auténticas prácticas de Magia Negra. Su efectividad procedería de su propio simbolismo, de las fuerzas despertadas y convocadas, de la creatividad y profundidad de su propio desarrollo escénico y dramático. En este sentido un ritual BDSM de Magia Negra nunca sería reemplazable. El Eros Oscuro (Dark Eros) que aflora en la plenitud de la escena BDSM no es una mera liberación de recónditas opresiones católicas o victorianas, es una presencia satánica poderosamente fuerte y amoral por sí misma, procedente de lo más profundo del Infierno interior, que ya sólo por ser invocada, no deja nunca sin recompensa a los aliados gozosos del Demonio.
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Miguel AlgOl
3 comentarios:
Un artículo muy interesante, Algol. En especial me ha encantado el último párrafo del texto. Enhorabuena, y gracias una vez más.
No tenia ni idea de la relacion del BDSM con la Magia Negra. Muy bueno tu articulo Algol.
Gracias por compartir estas reflexiones. ¡Muy interesantes e inspiradoras!
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