"Es la música que hay en nuestra conciencia, el baile que hay en nuestro espíritu,
lo que no quiere armonizar con ninguna letanía puritana, con ningún sermón moral..."
(Nietzsche: Más allá del bien y del mal, 216)


Los argumentos imposibles de Kenneth Grant

 

Kenneth Grant (1924-2011) es una estrella rutilante del universo mágico occidental contemporáneo. En su caché ocultista figura el haber conocido personalmente tanto a Aleister Crowley como a Austin Osman Spare, y haber colaborado de alguna manera con ambos. Con el primero desempeñó el papel de secretario y enfermero ocasional durante algunos meses, cuando Crowley contaba sesenta y nueve años y Grant sólo veinte. En esta relación se basará la demanda de Grant de considerarse a sí mismo el continuador del trabajo del Maestro Therion a la cabeza de la O. T. O. (Ordo Templi Orientis). Pero se demostró después  que la documentación que Grant presentó en su día para ser designado como el "sucesor de Crowley" era falsa: Parece ser que Crowley nunca pasó de considerarlo algo más que un solícito asistente.

Grant no consiguió ser la nueva cabeza visible de la O. T. O. y acabó fundando su propia orden thelémica, la Ordo Templi Orientis Tifónica, conocida después simplemente como la Orden Tifónica. Como es sabido, Tifón es el nombre con que los griegos y romanos denominaban al Set egipcio. Grant intentará validar su nueva "corriente" apelando a una revelación personal recibida de una "zona transplutónica (sic) de energía conocida por los iniciados como Nu-Isis". Poco a poco las referencias "transplutónicas" de su línea ocultista serán más evidentes: la similitud de la figura que Crowley llamó Lam con las descripciones ufológicas de "humanoides" y otras coincidencias dudosas de la misma índole llevarán a este autor y a su corriente a adentrarse más y más en un origen interplanetario de las entidades convocadas en la magia thelémica. Grant es a la vez un "místico" y un "contactado", y esta extravagante mezcla de magia y ovnis será una fórmula novedosa de éxito, muy del gusto de las legiones de devoradores de revistas "paracientíficas". 

Grant introduce una pincelada "siniestra" ("oscura") en la estética thelémica, tan mediatizada en general por el espantoso gusto de Crowley por las liturgias de corte gnóstico y masónico. Este "tifonismo" no es el setianismo de Aquino, ni nada que conecte de alguna manera con las tradición satanista. Es un mero crowleyanismo dark, basado en supuestas "revelaciones" personales a este autor que por su número y
pretendida trascendencia pronto dejarán empequeñecido al mensaje fundacional de Aiwass. Sin duda Crowley resulta muy decepcionante cuando uno se acerca a él atraido por los reclamos siniestros de su vida pública: El "hombre más malo del mundo", la "Bestia 666" acaba siendo sólo el engolado sacerdote-profeta de una nueva religión "de luz" (Thelema), obsesionado por no ser identificado de ningún modo con la brujería o la magia negra. 

Grant y su thelemismo dark recogen a muchos de estos desencantados buscadores de sensaciones fuertes que se acercaron a Crowley por su supuesto "malismo". Y también a algunos ufólogos aburridos de la formulación tradicional de la llamada "hipótesis extraterrestre". En mucho tiempo Grant se adelanta a Von Däniken y a todos los actuales "neo-anunnakis", con sus ensoñaciones en cinemascope sobre ovnis sobrevolando los zigurats de la antigua Mesopotamia. Todo un verdadero filón.

Los fundamentos que Grant suele presentar en sus obras para justificar su "corriente" se basan en dos elementos principales: Uno indemostrable y por lo tanto indiscutible: las supuestas "revelaciones" recibidas por él. Otro aparentemente de índole objetiva y racional: sus descubrimientos en materia de tradición esotérica. Porque las numerosas obras de Grant están llenas de incursiones en la simbología ocultista de todos los tiempos y lugares conocidos. Grant parece poder acoplar de una manera prodigiosa los símbolos de cualquier origen: la India y Egipto, la Cábala y el Tantra... Todo se interrelaciona y encaja mediante el ingenio y la intuición mágica de este autor, que nunca cesa de presentar "evidencias" de que todas las tradiciones de la Tierra apuntan a sus tesis.

El método favorito de Grant es la etimología, procedimiento que se encuentra también en muchos autores de la cuerda "paracientífica": rastrear el origen histórico de un término para descubrir su supuesto "verdadero significado" y vincularlo así a otros conceptos aparentemente no relacionados. Las etimologías de Grant son por lo tanto la única parte analizable de su obra. Y desde un punto de vista lingüístico son completamente lamentables. Reflejan una superficialidad y una búsqueda del efectismo dificilmente justificables. Ya he citado en otro lugar alguna de las etimologías más fantasiosas de Grant: la que confundía la raíz afroasiática s-w-t, presente en el nombre de Set (Sut en egipcio antiguo), con la raíz semítica para "negro" (presente en el árabe aswad). No volveré a detenerme en ella.

Sólo citaré aquí un ejemplo más, uno de los muchos "descubrimientos" etimológicos de este autor. En su celebérrimo libro The Magical Revival, Grant nos hace saber que el nombre Solomon ("Salomón" en inglés) está compuesto de tres palabras mágicas claves: Sol (el astro), Om (el mantra) y On (alguna otra cosa importante que no queda muy clara). He aquí que Grant nos descubre, entre otras cosas, elementos hindúes (Om) en un nombre semítico de Oriente Medio (Salomón): el mundo le encaja así a través de las épocas y las culturas como un fantástico lego esotérico.

¿Hace falta señalar en detalle lo absolutamente disparatado de esta etimología? Solomon es el nombre en inglés de un profeta abrahámico llamado Shlomo en hebreo y Sulaiman en árabe. Hacer la etimología de un antiguo nombre semítico por su traducción inglesa moderna no parece nada serio. Pero la versión inglesa de este nombre introduce la sílaba Sol, que en latín significaba lo mismo que en español actual, y Grant no podía desaprovechar un símbolo astrológico y alquímico de esa envergadura. Tanto Shlomo como Sulaiman, es decir las formas originales de Salomón en la Biblia y en el Corán, proceden de la misma raíz semítica s-l-m que está presente en el hebreo shalom y en el árabe salam, es decir una raíz que significa "paz" y "salud". No hay ningún Sol-Om en las versiones semíticas originales que poder echarse al gaznate. Al mismo nivel que la imagen de los platillos volantes "transplutónicos" supervisando las reuniones de la Orden Tifónica, resulta de lo más espectacular esta fantasía de los antiguos hebreos recitando mantras. Pero es una teoría cuya credibilidad sólo aumenta según disminuya la cultura general de los posibles lectores de Grant. Y lo que sucede con esta "etimología" ocurre en general con todas las demás. 

El problema no está en un simple error filológico de este autor, sino en que estas desquiciadas etimologías sirven de soporte testimonial básico –de "pruebas"– a las páginas y páginas de elucubraciones ocultas y tifónicas que les suelen seguir. Son las armazones argumentales de sus libros. Esta es la lamentable profundidad de los "descubrimientos" de Grant. 

Por su mayor imaginación, su mejor estilo literario y por su honestidad al no pretender hablar de la "realidad" histórica, siempre preferiré a Lovecraft.

 

Miguel AlgOl

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