En lo más hondo que podemos imaginar de nosotros mismos, a profundidades personales tan abisales que ya no nos parecen propias, más allá de la maraña de los pensamientos, de las personalidades, de todas las cabezas de Cerbero, late una figura solitaria, terrible y magnífica: la Identidad primigenia, la causa real por la que seguimos existiendo cada segundo de nuestras vidas.
Ha recibido muchos nombres en la filosofía, en el ocultismo, en la literatura, en la psicología moderna. Demasiados si se piensa lo difícil que es siquiera concebirla. Nietzsche la llamó simplemente "un soberano poderoso, un sabio desconocido", y también "Sí-mismo" (Selbst). Crowley dedicó toda su Magia a intentar que ella dirigiese lo más directamente posible, sin tramposos y dolorosos subterfugios, la vida real de las personas. La llamó True Will, la Auténtica Voluntad.
Es tan magnífica, y nos cuesta tanto aceptarnos como magníficos, que la hemos imaginado ajena: la hemos llamado "dios", el mundo del "acausal", la hemos supuesto más allá de las estrellas... Pero cualesquiera estrellas que concibamos seguimos siendo nosotros, si somos nosotros los que las concebimos. Todo el trabajo de la Magia Siniestra, a través de dioses, mundos y estrellas, es llegar a ser el que se es.
Miguel AlgOl
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